viernes, 26 de diciembre de 2014

Desencuentro

Entre lo vacilante de sus pupilas y lo incrédulo de mi mirada, dos palabras o tres, pudieron más que los discursos previamente repasados y los remilgos de una vida ensimismada; mientras la tenue linea entre sus labios expresaba al mismo tiempo, el todo y la nada inmemorable.

Pude sentir, como sus palabras se llenaban de cansancio, semejantes a las mías, de hace unas horas, expresaban una incipiente desazón, pequeña pero suficiente para cambiarlo todo entre los dos. Su mirada de sorpresa y el desprecio de la mía, indicaron lo que sus labios no.

Quisimos buscar en los recuerdos; pero si de volver a atrás se tratase, entre los tantos antojos y los anacrónicos momentos, unos más gratos podrían hallarse. La revisión constante de la memoria detiene el registro del presente y el añoro del futuro. En últimas, aquello que nos mueve. 

Y a pesar de creer firmemente en la afirmación Borgiana; él que da no se priva de lo que da, dar y recibir es lo mismo, también entendí lo difícil que es reparar por si solo la ilusión más de dos veces.

Comprendí esta vez, que no es posible simular una renuncia verdadera; que las decisiones nunca son totalmente propias y que nada (o todo) es tan cierto como un domingo de solsticio. Y a pesar de lo acordado; despojar de egoísmo la entrega y vivir la simpleza del silencio, el resultado no podía ser otro. El arrojo de la carga, por la búsqueda y encuentro de la levedad. 

martes, 29 de abril de 2014

Lo buscado

Intenté no pensar en nada mientras recorría con sigilo y de manera detallada el espacio recto y rojo que compartimos en silencio, no pude. Por el contrario, imágenes paganas y recuerdos persistentes se mezclaron con las visiones buenas y nuevas de su cuerpo junto al mio y los sonidos instintivos que revelan, desde luego y desde siempre, los motivos que nos mueven. 

Me fijé en la novedad de sus besos y en lo caduco de los míos. Suspiré, miré y reí, tratando de observar entre todo y tanto, el "algo" interior y escurridizo que sosiega al alma; no dejé de verlo. Preso de las dudas recurrentes casi sucumbo al alivio del olvido y lo sutil.

Descubrí en su rostro mi rostro y en su sonrisa la mía, hallé en sus palabras las nuestras (las suyas) y en mis manos, otrora vacías; unas nuevas, semejantes y más bellas. Entendí (busco hacerlo) la razón del hecho iniciador de la búsqueda y el motivo de la momentánea parada. Suspiré, miré y reí; y con la certeza que asiste al explorador sin brújula en la tormenta, decidí encontrarle, con tal suerte que le hallé.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Encuentro

Descubrí en su mirada la tímida revelación de un encuentro postergado, y en su sonrisa, la confirmación de un suspiro necesario. Puede ver, los vi, los vestigios de un naufragio y de una búsqueda incesante; y las marcas de los ríos que le vaciaban y llenaban el alma. 

Advertí en sus pasos, la energía creadora y los miedos incesantes; las dudas reveladas, los aciertos encontrados y la errática manera de hacer bien las cosas; entendí otra vez, lo irracional en él (en mi) y en eso que creíamos cierto; hallando así, una vez más, una idea que soñar dormido y despierto durante la eternidad fugaz del ocaso.

Suspiré y comprendí, que no es posible acaecer completo únicamente en la compañía del silencio; y que no existe mayor recompensa, que unos labios tibios y suaves después de una larga batida.