martes, 25 de mayo de 2010

Anhelo

Saltando tan alto como nunca pudo, recurriendo al truco ancestral y primitivo de doblar las rodillas e impulsarse; logró alcanzar eso que tanto deseaba, la torpe seguridad de verse sobre la cima, sobre su cabeza, la del doctor. Y creyéndose afortunado como ningún otro que antes lo hubiese hecho, más por falta de modestia que de intención, conjuró la sentencia creadora

"Sépase mundo que de hoy en más sus razones y las mías todas, estarán ligadas y cualquier intento de no aceptarlo o su mera vacilación para hacerlo será castigado severamente con indiferencia y desatención, además decreto la existencia de todo lo que se mueva, aunque yo no lo vea y de todo lo que se siente así sea en sueños; los 365 días festivos en favor de riqueza para que sea libre de encontrarse con quien quiera y que las más avanzadas técnicas de reproducción asistida sean aplicadas a los helados de vainilla, no toleraré jamás que uno falte en las tardes de domingo".

Luego como siempre es, con un poco de espera su mundo apareció, si bien no ante sus ojos, en algún lugar del universo.

jueves, 1 de abril de 2010

Loba

Cuando las cosas no parecen salir bien, solo queda como opción intentarlo mil doscientas veces, si esto no es suficiente se debe remitir la queja al departamento de asuntos internos de la persona con CCO a un sujeto de confianza, al que pueda recurrir como testigo, recuerde que todo depende de usted y de la constancia de su reclamación.

¿Como despertarse siendo el mismo, como no querer cambiar, como vivir siempre igual?

Aunque algunos ingenuos podrían creer que la respuesta es fácil, caen en la equivocación de pensar que hay certezas en los hechos, seguramente quien responda así es porque ha "observado" que todos los días la mermelada que tiene en la nevera conserva el mismo sabor o que su jefe, igual que siempre, lo espera en la oficina.

La respuesta es bien difícil, basta con que recuerden el afortunado caso de la metamorfosis o los días en que el dinero se acaba. No digo que sea imposible pero solo unos cuantos privilegiados adormecidos y embelesados por las fútiles pequeñeces del confort pueden sentir que el mundo no cambia, afortunados puesto que el resto atormentado y disipado desesperadamente cree no hallar salida a la caída horizontal sin fin, a la refracción y al efecto mágico de cambiar a su alrededor los objetos cuando caminan.