jueves, 27 de septiembre de 2012

Visión

-Respirando hondo, tomando para mi mismo lo sensible, llenando de mundo mi cuerpo, me encuentro de nuevo ante mi antiguo debate, mis viejos sueños y temores. El mundo me penetra, evitarlo sería un suicidio, pero creer que por ello vivo es absurdo. Hoy las miradas aunque siempre lejanas, parecen menos propias; los gestos de aprobación, que las llenan o se omiten, en su composición cada vez me valen menos.

Sin motivos aparentes, por el lente elevado de los libros, desde el lugar de los libros, al que llego en mis horas propias; se van congestionando mis ojos con una ambigua mezcla de mundo y sensaciones, la controlo; no obstante se siente como un dolor que nubla la visión; y si acaso la visión no fuera lo importante y tal como dijera Borges, el perderla fuera como un largo atardecer y la contemplación, hecha infinita por la desesperanza, del mismo me permitiera encontrar el mundo inteligible, ¿ acaso no sería lo que en un principio un problema y fuente de dolor, visto como lo expongo, una dávida divina y esplendida para contemplar lo perenne?

- Sin duda, es claro que  así sería.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Silencio

Después de tres horas de conversación y de escuchar la insinuación absurda de la verosimilitud de su tesis de seducción, pensé en sentenciar , "Solo así, tomando y agitando la parte más larga y más dura de cada hombre, la que le constituye y le da soporte, entre las manos para sacudir con firmeza hasta el más recóndito recinto de su existencia, podrá obtenerse de cada uno lo mejor de si"; de inmediato me percaté del aspecto pintoresco que hubiese investido a esa aseveración y de la apología al acto cándido de la autosatisfacción que constituía; sin embargo no fueron estos los motivos para omitir su mención, y evitar así, su existencia en el mundo de lo fáctico.

Lo cierto fue lo que sigue a continuación, que como otro antes dijera, por la forma en que se enuncia, podría asemejarse más a un embutido que a una concatenación coherente de palabras escogidas; mi razón fue, que creí  haber creído esa opinión irrelevante, mientras me encontraba despierto del sueño eterno de lo infinito, contenido por la nube de cosas enlazadas que configura lo que los otros solo en apariencia pueden conocer de mi, y que tanto afecta lo que yo mismo puedo concebir como mi consciencia y esencia, por cuanto interactua con eso que otro en algún momento nombró como lo que acaece.

Ya aclarado ese aspecto; mi relación con él, su mundo y mi mundo, lo acaecido y acaesible, es evidente que me encontré frente a la disyuntiva de mencionar la ideas de otros que configuran las mías u omitir la enunciación de palabras y crear en el mundo del ser esa nada cargada de significación que se conoce como silencio y que es siempre distinta. Como develé en las primeras lineas por la conjugación pretérito perfecta de ese verbo contenedor de esa acción tan valorada por lo griegos, opté por lo segundo, que se hizo único y primero a través de la inacción de mi boca.