-Respirando hondo, tomando para mi mismo lo sensible, llenando de mundo mi cuerpo, me encuentro de nuevo ante mi antiguo debate, mis viejos sueños y temores. El mundo me penetra, evitarlo sería un suicidio, pero creer que por ello vivo es absurdo. Hoy las miradas aunque siempre lejanas, parecen menos propias; los gestos de aprobación, que las llenan o se omiten, en su composición cada vez me valen menos.
Sin motivos aparentes, por el lente elevado de los libros, desde el lugar de los libros, al que llego en mis horas propias; se van congestionando mis ojos con una ambigua mezcla de mundo y sensaciones, la controlo; no obstante se siente como un dolor que nubla la visión; y si acaso la visión no fuera lo importante y tal como dijera Borges, el perderla fuera como un largo atardecer y la contemplación, hecha infinita por la desesperanza, del mismo me permitiera encontrar el mundo inteligible, ¿ acaso no sería lo que en un principio un problema y fuente de dolor, visto como lo expongo, una dávida divina y esplendida para contemplar lo perenne?
- Sin duda, es claro que así sería.