martes, 25 de mayo de 2010

Anhelo

Saltando tan alto como nunca pudo, recurriendo al truco ancestral y primitivo de doblar las rodillas e impulsarse; logró alcanzar eso que tanto deseaba, la torpe seguridad de verse sobre la cima, sobre su cabeza, la del doctor. Y creyéndose afortunado como ningún otro que antes lo hubiese hecho, más por falta de modestia que de intención, conjuró la sentencia creadora

"Sépase mundo que de hoy en más sus razones y las mías todas, estarán ligadas y cualquier intento de no aceptarlo o su mera vacilación para hacerlo será castigado severamente con indiferencia y desatención, además decreto la existencia de todo lo que se mueva, aunque yo no lo vea y de todo lo que se siente así sea en sueños; los 365 días festivos en favor de riqueza para que sea libre de encontrarse con quien quiera y que las más avanzadas técnicas de reproducción asistida sean aplicadas a los helados de vainilla, no toleraré jamás que uno falte en las tardes de domingo".

Luego como siempre es, con un poco de espera su mundo apareció, si bien no ante sus ojos, en algún lugar del universo.