lunes, 25 de abril de 2011

Espacio

"¿Lo recorremos juntos?", dijo más como afirmación que como pregunta y sin esperar una respuesta me tomó de la mano, mis piernas como los más fieles de los hombres le siguieron sin reparo, luego de un rato pensé en preguntar a donde. Mientras le seguía empecé a imaginar que la fuerza de sus pasos sería el preludio del movimiento de sus caderas y que la energía desprendida en la caminata tan solo una muestra pobre de la que pronto sería usada.

Si en la firmeza del andar se evidenciara los deseos, seguramente nos tomarían por deseosos; llegamos a lo que pareció no asemejarse a nada, solo la noche y un par de estrellas adornaban la blancura universal, la ceguera esa que ya había sido descrita por el portugués, la que nos llevaba a retomar los más primitivos de los instintos, las más básicas formas de habitar; se detuvo y me detuvo a la vez que con sus manos me invitaba a dejarlo todo a un lado,sin esperas así lo hice y a la par de mis prendas los prejuicios fueron despojados, yaciendo sin gracia ante toda la que posee la desnudez.

Similar a la antigua usanza de acomodar el cuerpo de otro para saciar el propio, acomodamos los nuestros con la laxa intención del egoísmo, pues lo que en últimas importaba nos era desconocido, los preludios se cumplieron y una vaga satisfacción llenó los espacios que creábamos con cada uno de nuestros movimientos.Tomar el espacio era el objetivo, y a toda costa la estrategia, los medios todos fueron permitidos.

lunes, 18 de abril de 2011

Sedición

Cuando me preguntó mi opinión sobre la gravedad del asunto creí que una ingeniosa evasiva sería suficiente y con la ligereza típica del experto comenté, “únicamente tres de cada 100 lo padecen, despreocúpate de ello, lo llaman consciencia”; de inmediato replicó, mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro y sus indulgentes manos trataban de seguir a sus palabras con un extraño ritmo, “Sos fácil, muy fácil”, no evite sonrojarme, no era posible desconocer lo cierto de sus palabras, no obstante, el ridículo al que me expuso se me antojó arrobador, como la más fina muestra de un excelso galanteo al que sin duda tenía que responder, para salir bien librado al mejor estilo brasilero le entregue mi sorriso al tiempo que acariciaba su hombro y miraba sus ojos, así noté como un poco de arrebol parcialmente le tomaba la cara, y cual si hubiese probado una bebida mística el mío comenzó a desvanecer.

Tan rápidas como las palabras que se dan en la cama, con la misma precisión de los impactos mortíferos de una ametralladora, dejó salir una sarta de argumento flojos que intentaban vanamente convencerme de no ver lo obvio. Ya era tarde, tarde para ambos, y tarde para el día; la contundente indiferencia del mundo a nuestro encuentro lo hacía ver como prohibido dándole un carácter excitante, de repente enérgicamente comenzamos a gritar y las paredes del exilio dejaron que por un momento los otros vieran lo raro de nuestra existencia, permitiendo por un instante hacernos conscientes de que éramos otros, los otros.

Sólo entonces, cuando las miradas ya no nos marcaban, cuando los reproches venían sólo de nuestras conciencias, supimos que no hacía falta habitar en una sociedad para saber de su existencia. Es fácil caer en el abismo del autocontrol cuando somos jueces de la propia sedición.

lunes, 11 de abril de 2011

Ostracismo

Al llegar la noche, cuando sus pasos lentamente se convertían en danza y sus ojos evitaban develar el embargo de su alma, recordó el único consejo que jamás olvidaría... "no dejes de moverte, que me muero", así, con la lección en mente, dejó que su cuerpo se mezclara con el humo.

Sus ojos cerrados le permitían disfrutar de las más sutiles visiones,mientras se movía con la música, tan claras que podía sentir como unos labios finos, tan finos como los que otrora serían pintados con un pincel finísimo de pelo de camello, buscaban tímidamente, con la misma prisa del que no tiene,alcanzar su sexo y devorarlo por completo, que con la delicadeza de un artista asemejaban sus movimientos al parsimonioso flujo del amanecer. No pudo evitar que un suspiro suyo animara a alguien de la muchedumbre a acercarse y tomar con sus manos las suyas; perdida como se encontraba en las ensoñaciones más placenteras se dejó llevar hasta los confines del sitio, donde tan solo las sensuales sombras reinan con el alimento del sonido y la oscuridad, su cremallera indefensa ante la firmes intenciones de su captor, no resistió más de tres segundos al hábil asedio, su sexo húmedo ya por la infatigable acción de su amante ficticio recibió con gusto un fluido que no fuera el suyo y dispuso de la boca del intruso hasta convertirla en presa. Su mente aun inadvertida dejaba que sus músculos se relajaran permitiendo que el otro saciara su sed con su cuerpo, una sed propia de la desventura que a ella le embarga y que sació al igual que el otro con fantasías propias, queriendo evitar,como si fuera posible, el ostracismo implícito de la razón.