Reconocí de inmediato la premura en su mirada a la vez que reconoció sin dilaciones el sosiego de la mía; pensamos, o supongo que pensamos, en lo mismo, mientras nuestros ojos peregrinos intentaban observar lo inobservable; los relatos fantásticos que narraban sobre la existencia de un algo indefinible que moviliza al hombre nos alentaban a la búsqueda.
Reconocí al instante mi incapacidad de percibirlo, reconoció después su incapacidad de encontrarlo; y cuando al fin entendimos que no había mas que miradas desnudas frente a nosotros que nos intentaban increpar por no ser lo que no sabíamos, lo que no podíamos; reflexionamos, o supongo que reflexionamos acerca de lo mismo; luego cada uno siguió su camino.