sábado, 5 de octubre de 2013

Un sueño

Un poco después de haber dejado atrás su rostro, y el miedo, creí encontrar la paz sosegada referida en los múltiples nirvanas descritos por los sabios. Reconocí en los surcos de sus nobles pechos, las tímidas y firmes fuerzas de su cariño, y en las suaves frases pronunciadas desde el ocaso tácito de su placer, los motivos suficientes para tomar por ciertos sus argumentos.

Recordé de nuevo otras palabras, ya roídas por los años, "Ya ves, tantas veces que has entrado en esta casa y te he mirado y no te había visto", y sentí renacer en mi los vividos recuerdos de una pasión insoluta e imperfecta presa de resoluciones ajenas.

Pausé mi mirada, mis pasos y mis ánimos; encontrándome de frente al mundo, esa masa insuperable e irreducible, y observando inerme como todo  mi ser era aplastado y corroído por sus aires y señales. Levanté, sin más intención que encontrar salidas, mi mirada al cielo para hallar sin esperanza la redención destinada a los mejores. 

Por último desperté, y entendí otra vez, que seguía soñando dentro del sueño, y que aun despierto (dentro del sueño) podía creer que no lo estaba o que si, pero que no importaba, porque equivalente a una vigilia eterna entre tantos y tanto, era una tarde tibia de cualquier día lista para ser dormida.

domingo, 20 de enero de 2013

Acuerdo

Reconocí de inmediato la premura en su mirada a la vez que reconoció sin dilaciones el sosiego de la mía; pensamos, o supongo que pensamos, en lo mismo, mientras nuestros ojos peregrinos intentaban observar lo inobservable; los relatos fantásticos que narraban sobre la existencia de un algo indefinible que moviliza al hombre nos alentaban a la búsqueda. 

Reconocí al instante mi incapacidad de percibirlo, reconoció después su incapacidad de encontrarlo; y cuando al fin entendimos que no había mas que miradas desnudas frente a nosotros que nos intentaban increpar por no ser lo que no sabíamos, lo que no podíamos; reflexionamos, o supongo que reflexionamos acerca de lo mismo; luego cada uno siguió su camino.

lunes, 14 de enero de 2013

Lo que somos


Se me ocurre que a lo mejor no sos vos, ni soy yo. Sino nosotros, todos esos que hemos conocido y que hemos sido. Que sos esas primeras muchachas que me encontré que soy yo mismo, y todos esos otros con los que he vivido y que me han hecho a la manera del escultor ser quien soy.

También pienso que vos no sos vos, si no todos esos que se te han cruzado y con los que has compartido. Y cuando lo veo así, cuando nos veo como el resultado claro de nuestros encuentros, creo que no hay culpas, o que si las hay, no son nuestras.

Creo además que la vida, este remedo de experiencias pueriles y buenas, no es más que la maestra que nos enseña a pensar en nosotros mismos, y la que nos engaña con efímeras miradas de alegría sobre las certezas del mundo.

Un mundo en el que no estamos vos y yo, si no todos, todos esos que hemos sido y que seremos, todos esos que nos habitan y habitamos.